Los ciudadanos que asisten al Seminario de Activación Ciudadana recorrieron la ciudad para conocer los resultados de la corrupción, impunidad y falta de Estado de Derecho
Para las 9:15 de la mañana ya estaban los ciudadanos en el camión (uno amarillo con la leyenda “transborde” a los costados). Esperaban por último a Miguel Fernández Iturriza, presidente de Plan Estratégico de Juárez (PEJ), que en esta ocasión sería el guía turístico (si a lo que visitaron fueran destinos dignos del turismo).
Fernández llegó, retrasado por haber preparado un documento al que daría lectura para hacer ameno el recorrido. Partieron. Desde la sede de PEJ hacia el suroriente de la ciudad. Juanito, el conductor del autobús se dirigió a la avenida Plutarco Elías Calles y luego al bulevar Juan Pablo II.
México, dijo Fernández, es un país rico pero al mismo tiempo un país muy pobre. Y todo resultado de la corrupción, la falta de Estado de derecho y la impunidad. Pobreza, falta de salud, de educación, todo culpa de que se anteponen los intereses personales, políticos y económicos antes que los intereses de toda la sociedad.
Eso y la curiosa percepción de la democracia que tienen los ciudadanos: creen que la democracia se restringe al voto, y no es así. Fernández sabe que los mexicanos pueden lograr todo lo bueno juntos. Todos juntos, sociedad y gobierno.
Se dirigieron a “El Juárez que no conocen”, dijo. La avenida Talamás Camandari los llevó a Urbivilla del Cedro, un fraccionamiento golpeado por la ola de violencia que se juega un papel de hito en la historia de la ciudad y del país entero. Casas abandonadas, vandalizadas y otras habitadas pero en mal estado, todo junto de un lado, y del otro lado casas iguales pero con cerco electrificado. Calles pavimentadas a tramos. Un olvidado Centro de Bienestar Infantil propiedad del Municipio. Los colores vivos del interior que daban vida a dibujos de personajes para niños ahora se ven interrumpidos por grafiti hecho con pintura en aerosol. Los cables de electricidad y de teléfono fueron arrancados, los vidrios de las puertas y ventanas están rotos.
Y el recorrido apenas empezaba. Ese lugar no parecía el Juárez que muestran en todos lados. Ni el violento de los medios ni el idealizado por la propaganda política. Es un Juárez ajeno de sí mismo.
Luego, Juanito condujo 18 kilómetros hasta el Colegio de Bachilleres (Cobach) número 16. En pleno sábado a las 11 de la mañana había al menos 15 jóvenes plantaban árboles en el desértico terreno de su escuela.
Las autoridades de Educación aceptaron edificar una Ciudad Universitaria y un plantel de bachillerato a poco más de cinco kilómetros del Centro Federal de Rehabilitación Social número 9.
Pasaron de esa escuela a la UACJ. “Ciudad Universitaria es una muestra de corrupción”, aseveró Fernández. Con un gimnasio que los estudiantes no utilizan y con inversión que no ha generado nada a su alrededor, más que dispersión.
El regreso al punto de partida fue largo. Pedregal de San Isidro III es otro de tantos fraccionamientos construidos a la mitad de la nada. ¿Qué tanto la temerán los constructores que ponen puros nombres de santos a sus desarrollos? Fernández planteó la duda.
Para llegar a PEJ había que rodear por Camino Real. No porque no hubiera más vías, sino porque son las que se precisa visitar para los fines de este recorrido que se realiza desde hace 11 años.
Mil 500 millones de pesos en 27 kilómetros de Camino Real que al día usan de 2 mil a 3 mil autos, explicó. El bulevar Juan Pablo II lo utilizan 40 mil automóviles al día y tuvo una inversión (en solo un tramo de los varios de que se compone) de 150 millones de pesos.
Vías sin usar en tierra de nadie. El resultado es el que se puede esperar.
Este recorrido indica que “a ustedes les interesa ver cómo pueden hacer y qué pueden hacer por mejorar esta sentida ciudad”, hizo notar el presidente de PEJ.
Durante todo el recorrido insistió en el dicho “el ejemplo no es la mejor manera de motivar a otros; es la única”, y cuestionaba: ¿Cuál es el ejemplo que recibimos los mexicanos?
Este recorrido invita a amar la ciudad; a empoderar a los ciudadanos, armarlos de coraje y ganas de hacer algo por su entorno; a reconocer que es una ciudad desordenada y corrompida, y a motivar la honestidad y la legalidad.