Ciudad Juárez, Chihuahua.– Tras un trayecto de casi una hora, los enormes montículos de arena blanca se imponen ante el grupo de estudiantes de primero y segundo grados de la secundaria federal 17 que participaron en el taller de fotografía de Comunidades Juárez (un proyecto financiado por FECHAC) y Arte en el Parque. En este cierre de actividades, el grupo fue a una excursión a los médanos de Samalayuca para practicar lo aprendido en mes y medio.
“Sorprendentemente, para algunos es su primera vez (en las dunas). Entonces, era muy importante conocer todo lo que nos rodea y la interacción con el espacio, y pues de pasada también que puedan tomar sus fotografías”, explicó Hogla Lizeth Olivas, la fotógrafa tallerista que impartió el curso.
El espacio, de aproximadamente 63 mil 182 hectáreas, ofrece un paisaje inmenso de arenas que se mueven según los caprichos del viento. Las ondas que se dibujan en la superficie empiezan a desbaratarse con cada paso que el grupo, de poco más de 15 alumnas y alumnos, da sobre el terreno. Es difícil caminar, pues hay que hacerlo con cuidado. Siempre está el riesgo de hundirse o de perder el equilibrio cuando la arena se desliza bajo los pies. Cuando los comentarios y las risas de las y los jóvenes se calman, el silencio se apodera del ambiente. Es una quietud que no se vive en la ciudad.
Asimismo, el contraste entre el azul de cielo y el blanco de las dunas ofrece la oportunidad de jugar con las cámaras, sean profesionales o del teléfono.
Galería Fotografía en las Dunas
La fotografía y el arte como una oportunidad de vivir nuevas experiencias
Flor, Heidi, Ariana, Caleb y Mariana llegaron al taller de fotografía por recomendaciones de compañeros y de profesores. El grupo ve la actividad como una experiencia diferente; pues, aunque parte de ellas ya conocían el espacio, era su primera vez llegando con compañeras y compañeros de la escuela, en vez de sus familias. Para Caleb sí es la primera vez.
“Sí me imaginaba tan así, pero ahorita que vengo con amigos se siente más padre el ambiente”, dice Mariana.
“Las maestras y todos se han portado muy bien con nosotros, y pues nos dan experiencias bien bonitas que no hubiéramos tenido”, confiesa Ariana.
Entre el grupo hubo quien tomó fotografías del paisaje, de sus amigos, aplicando algunas de las técnicas que aprendieron.
“Para sobrellevar la adversidad, el arte nos permite relajarnos, combatir el estrés, pensamiento crítico, el disfrute y también los beneficios que le da a nuestro cuerpo… También nos permite expresar emociones, sentimientos, todo aquello que las y los adolescentes a veces les cuesta expresar por medio del lenguaje, o verbalmente, lo pueden expresar a través de la creación artística”, explica Hogla.
A su vez, la tallerista comenta sobre la importancia de la generación de espacios para el arte fuera de las zonas céntricas de la ciudad, y de cómo las organizaciones ofrecen una opción para que esto pueda llegar a las y los jóvenes.
“Debemos acercar todo lo posible este tipo de programas artísticos y culturales a las juventudes del suroriente, surponiente y las zonas donde no hay este tipo de actividades”, dice.
Finalmente, tras un refrigerio y después de un par de horas frente a la naturaleza, el grupo debe volver. Hay una última oportunidad de ver los médanos… así que será mejor tomarle una foto, dura más.