Ciudad Juárez, Chihuahua.– Son parte del paisaje urbano. Algunos son de concreto o de metal, traen publicidad y en algunos casos mensajes de personas. Los puentes peatonales para bien o para mal, son parte de la infraestructura de las distintas avenidas de Juárez.
En el marco de las políticas de movilidad urbana, históricamente se consideró a los puentes peatonales como una solución para mejorar la seguridad de los peatones en entornos urbanos. Sin embargo, es crucial reconsiderar su papel y destacar por qué deberían ser la excepción y no la regla en el diseño de nuestras ciudades.
Inclusividad y accesibilidad
Los puentes peatonales pueden convertirse en barreras físicas para personas con movilidad reducida, personas mayores o aquellos con discapacidades. La falta de accesibilidad limita la movilidad de ciertos grupos de la población, contradiciendo el objetivo de crear entornos urbanos inclusivos.
En ese sentido, el pasado noviembre la Fundación Juárez Integra hizo una petición al Gobierno Municipal de que no se autoricen nuevos puentes peatonales que no cumplan con el diseño que garantice la accesibilidad universal y que se den a conocer los proyectos ejecutivos de los puentes que se pretenden construir, basándose en los artículos 3 y 130 de la Ley de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano, que engloban los derechos urbanos fundamentales.
Barreras físicas e impacto en la experiencia urbana
La construcción excesiva de puentes peatonales puede fragmentar comunidades y afectar la cohesión social al crear divisiones visuales y físicas en el entorno urbano. Esto impacta negativamente en la vitalidad y la experiencia urbana.
Asimismo, el uso generalizado de puentes peatonales puede reducir la interacción social y la vitalidad de las calles. La separación física entre peatones y entorno urbano puede desmotivar a las personas a caminar y explorar su entorno. De acuerdo con datos del informe Así Estamos Juárez 2023, el 14 por ciento de las y los juarenses (aproximadamente 219 mil personas) se trasladan caminando a sus centros de trabajo y el 12 por ciento (189 mil) camina cuando se transporta a cualquier otro lugar. Esto demuestra la importancia de considerar a las y los peatones en el diseño de los espacios urbanos.
Seguridad percibida
Aunque diseñados para mejorar la seguridad, los puentes peatonales pueden percibirse como menos seguros, especialmente en áreas poco iluminadas o aisladas. Esta percepción puede desincentivar su uso y contrarrestar su propósito original.
Además, por encontrarse en áreas de gran tráfico vehicular, estos pueden verse dañados tras algún accidente, lo que puede ponerse en riesgo a las personas que pasan por ahí si la estructura se llega a venir abajo.
Fomentar la movilidad activa
En lugar de depender en exceso de puentes, las políticas de movilidad deberían privilegiar el diseño de calles y cruces peatonales seguros. Esto fomenta la movilidad activa, promueve la salud y reduce la dependencia de vehículos motorizados.
Bajo esta lógica es que zonas como el Centro Histórico cambiaron su configuración y todo el tráfico motorizado pasa por un túnel subterráneo, mientras que el nivel de piso es para peatones.
Diseño centrado en las personas
Las políticas urbanas deben centrarse en crear espacios que se adapten a las necesidades de las personas. Calles bien diseñadas, cruces seguros y entornos que favorezcan la interacción y la vitalidad urbana deben ser la norma. Es por eso que la tendencia moderna en el diseño urbano se enfoca en cuestiones como la caminabilidad. Los puentes peatonales implican que el entorno no se modifique para los vehículos motorizados y las personas tengan que desviarse para poder llegar a su destino, cuando debería ser al revés.
En conclusión, aunque es cierto que habrá zonas de la ciudad donde es absolutamente necesario poner puentes peatonales, es esencial repensar la inclusión de estas estructuras en nuestras ciudades. Priorizar soluciones que fomenten la movilidad activa, la accesibilidad y la conexión comunitaria no solo mejora la seguridad, sino que también contribuye a entornos urbanos más vibrantes y equitativos. La movilidad del futuro debe ser accesible, saludable y centrada en las necesidades de las personas.