Ciudad Juárez se estremeció. No solo por las constantes sacudidas de sismos que pocos esperaban, sino por la inquietud que deja saber que no estamos tan preparados como creíamos en Juárez. El pasado 3 de mayo, un sismo de magnitud 5.3 con epicentro al sur de Nuevo México fue sentido claramente en varias zonas de la ciudad. La tierra tembló, sí, pero también nuestras certezas.
Juárez no es —o no era— una ciudad acostumbrada a sismos. Pero lo hizo. Y aunque no hubo daños graves, el evento dejó una sensación que cuesta nombrar: la de no saber qué hacer. ¿A dónde ir? ¿Qué tan segura está nuestra casa? ¿Mi escuela tiene protocolos? ¿Los edificios cumplen con lo necesario? Esas preguntas aquí apenas empiezan a aparecer.
Las viviendas de las zonas periféricas de Juárez no suelen tener supervisión técnica especializada. Las normas de construcción no consideran escenarios sísmicos. Y aunque desde gobierno federal se han organizado simulacros nacionales para estar preparados ante el desastre, aun es muy nuevo para la población fronteriza que no está acostumbrada a estas prácticas, además de que la ciudad actualmente no cuenta con un sistema de alertas que cada vez se ve más necesario.
Desde la academia, el doctor Óscar Dena, jefe del Centro de Investigación y Geociencias del Instituto de Ingeniería y Tecnología de la UACJ, explicó que Juárez sí está en una zona sísmica, atravesada por fallas como la de la montaña Franklin, que incluso pasa cerca del centro de la ciudad. Según él, esta falla podría generar un sismo fuerte, de hasta 7 grados.
También señaló que se han detectado miles de pequeños temblores en la región en los últimos años, muchos relacionados con actividades humanas como el fracking. Aunque no todos se sienten, estos sismos muestran que el suelo de Juárez está activo y que debemos prepararnos mejor ante posibles riesgos.
El derecho de vivir en una ciudad segura
El Derecho a la Ciudad no se trata solo de calles pavimentadas o parques bonitos. Es el derecho de todas las personas a vivir en una ciudad pensada para el bienestar colectivo, con servicios adecuados, espacios seguros, y participación real en las decisiones que nos afectan.
Cuando hablamos de sismos, este derecho cobra un nuevo significado. Porque estar informados, tener rutas de evacuación, vivir en viviendas estructuralmente seguras, y contar con autoridades que actúen con anticipación y no con reacción, también es un derecho.
¿Y quién lo garantiza? El Estado. Pero también nosotros como ciudadanía al exigirlo, organizarnos, y hacer visibles estas carencias.
Este sismo debe ser una llamada de atención. Una oportunidad para planear mejor, actuar con anticipación, y construir una ciudad menos vulnerable. Porque no se trata solo de temblores. Se trata de lluvias extremas, calor peligroso, incendios, y otras amenazas que seguirán creciendo.
Desde la Red de Vecinos de Juárez, un programa de Plan Estratégico de Juárez, cientos de personas se han organizado para transformar sus colonias desde lo más básico: alumbrado público, banquetas, pasos seguros, señalización, limpieza de espacios, reparación de parques. Pequeñas grandes batallas que nacen del derecho colectivo a vivir en una ciudad digna.
Porque cuando decimos que queremos una mejor ciudad, estamos diciendo que queremos una ciudad que nos cuide a todas y todos, sin importar la colonia donde vivamos. Y eso solo será posible si participamos desde hoy.