El transporte sostenible promueve crecimiento inclusivo, creación de empleos, reducción de la pobreza, acceso a los mercados, empoderamiento de las mujeres y bienestar de personas con discapacidad y otros grupos en situación de vulnerabilidad, además de ser esencial para los esfuerzos mundiales de combate del cambio climático, reducción de contaminación del aire y mejorar la seguridad en los caminos, según Ban Ki-moon, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2016.
En Ciudad Juárez existen dos tipos de transporte público: el tradicional (conocido como rutas o ruteras) y el semimasivo (antes llamado Vive-bus, ahora Eco-bus). Ambas son reguladas por la Coordinación de Transporte de la Zona Norte dependiente de la Dirección de Transporte del Estado de Chihuahua. Es decir, este servicio es de responsabilidad del Gobierno del Estado.
Existe una diferencia notable entre el estado físico y la forma de trabajar de las ruteras y el Eco-bus. Estas diferencias van desde el trato de quienes conducen hasta el estado de los camiones, los horarios en que trabajan y las estaciones para carga y descarga de pasaje, por mencionar algunas.
Según el estudio ‘Transporte y calidad de vida en las ciudades latinoamericanas’, de Óscar Figueroa y Sonia Reyes, citado en un reportaje del medio YoCiudadano, la fuerte competencia entre los camiones en la calle y el gran desorden en la circulación, lleva a los choferes a prácticas riesgosas e irracionales al conducir, lo que genera una fuerte obstaculización del tránsito.
Además, “los empresarios de camiones o concesionarios buscan reducir sus costos de operación con un creciente descuido del estado de las unidades, en especial reduciendo los costos de mantenimiento y de cuidado de los motores, lo que genera una mayor emisión de contaminantes”, se destaca en el portal periodístico.
Factor humano, responsable de fallas en el servicio
El Jefe de Transporte de la Zona Norte del estado de Chihuahua, Luis Eduardo Lugo Ordorica, está convencido de que el factor humano es el responsable, en un 80 por ciento, de las fallas que hay en el servicio de transporte urbano en la ciudad.
El transporte público tradicional es de los servicios que históricamente ha sido de los peores evaluados debido a esta y otras razones. Desde 2011 jamás ha logrado obtener una calificación aprobatoria.
En 2019, la ciudadanía que usa este tipo de transporte lo calificó con 5.52 puntos. Apenas 2 centésimas más que el año anterior.
El distrito 7 es el que peor lo califica (4.72 puntos) y los distritos 2 y 9, los que mejor, con 6.03.
Eco-bús recibe mejor calificación en 8 de 9 distritos
Por otra parte, el transporte semimasivo funciona desde noviembre de 2013 y se evalúa desde 2014. Con el cambio de administración en 2016 pasó de ser Vive-bus a Eco-bus. Actualmente cuenta con 34 estaciones para una sola ruta troncal. No cuenta con rutas alimentadoras, por lo que aún existen rutas de transporte tradicional realizando por partes la mayoría del recorrido de 25 kilómetros que realiza el semimasivo.
Desde 2014, quienes utilizan este sistema de transporte lo han calificado mejor que quienes califican al transporte tradicional. En 2019, recibió un promedio de 7.15 puntos de 10 posibles, su segunda calificación más baja, históricamente.
Sin embargo, en el distrito 2 se le reprobó, incluso recibiendo una menor calificación que el sistema tradicional, con 5.60 puntos. Por otra parte, el distrito 9 lo evaluó con 8.17, la más alta. En el distrito 3 no hubo usuarias o usuarios de este transporte, por lo que no calificaron.
Para la consecución de un buen sistema de transporte sostenible, se requieren innovaciones audaces y el establecimiento de alianzas entre los Gobiernos, la sociedad civil y el sector privado, según el director ejecutivo de Volvo, Martin Lindstedt, citado por la ONU.
La ONU publicó en 2016 el informe Mobilizing Sustainable Transport for Development (Movilizar el Transporte Sostenible para el Desarrollo), en el que se dan 10 recomendaciones en este tema. Entre estas recomendaciones se destaca la adopción a corto y largo plazo de estrategias que reduzcan las emisiones de carbono mediante la implementación de nuevas tecnologías, el establecimiento de marcos de monitoreo y evaluación y el aumento de la financiación internacional para el desarrollo.
